martes, 9 de junio de 2009

Ejercicio N°31 (Breve e cantabile)


Lo que fue del muchacho que pasó
un día por esos cuchitriles deletéreos y
húmedos e infestados de chinches y piojos
-nada o nadie, que es lo mismo, podrá explicarlo-
que, después de exaltados delirios de impotencia
manifestados por cortes inflingidos
por su mano derecha tan sucia y temblorosa y
luego sin detenerse en los tristes chorros
pasando la cuchara transformada por el afán
ciego de su desdicha a la mano izquierda
cargada por la cólera de su degenerada estirpe
sellaba un pacto definitivo con la fatalidad
Una vez- otra más a la larga lista- terminada la faena
y después de ser asistido por sus compañeros
que atónitos comprendían a medias
ese temible acto lleno de furia y
desesperación, “ellos”, más degenerados que él
se quedaron con esta sensación de extrañamiento
expresada en una esquina meada y escupida
surgida por la libre asociación de uno de ellos
en uno de esos barrios dormitorios de Lavejada
a causa de un crimen confuso en que la víctima
sólo había distinguido en el fragor del vejamen[1]
unas extrañas líneas a la altura de la muñeca
por la parte interna del brazo izquierdo.
Si hubiera visto el derecho…
Lo que los hongos de la hipocritud intuían
con el prurito se quedarían del:
”Les dije que así terminaría”.

[1]
vejamen. (Del lat. vexamen). m. Acción y efecto de vejar. 2. Reprensión satírica y festiva con que se ponen de manifiesto y se ponderan los defectos físicos o morales de alguien. 3. Discurso o composición poética de índole burlesca, que con motivo de ciertos grados o certámenes se pronunciaba o leía en las universidades y academias contra quienes en ellos tomaban parte no se ha encontrado en Diccionarios: DRAE